8.15.2006

Secretos

Eran las 2 y media de la mañana de un día entre semana. Dos hombres observaban desde un punto elevado hacia una calle casi vacía. Hablaban entre ellos.

- Parece que está todo tranquilo, creo que será una noche tranquila.

- No tientes al diablo, espera que no haya problemas, que con la racha que llevamos...

Un sonido casi inaudible de tono metálico invade el ambiente.

- Es la hora, ¿doy la orden?

- De acuerdo, vía libre, todos listos. Ahora solo hay que esperar, todos atentos.

Una pareja emboca la calle por la parte más alejada de la posición de los dos hombres. Se entretienen, la mujer va cogida del brazo del hombre en actitud cariñosa, hace frío, se acerca cada vez más a el. Uno de los dos apostados ve la escena desde la distancia pero no dice nada a su compañero y espera a que la pareja se vaya alejando poco a poco. Ellos sin saber que están siendo vistos van paseando tranquilamente y sin prisas. A la altura de una farola se paran a hablar. Debajo de la luz inician una pequeña conversación con pocos gestos y en el final se besan. Todo muy romántico.

El aun inocente compañero se da cuenta de la intromisión de los enamorados y alarmado se dirige hacia el otro sujeto. Ambos vestidos de negro son casi invisibles en la oscuridad.

- Creo ver algo casi al final de la calle, debajo de una farola. Voy a coger los prismáticos... Si hay una pareja debajo de aquella farola pero no se mueven. No pueden estar alli.

- Déjalos en paz, no creo que supongan mucho problema.

- ¿Cómo que los deje en paz? Las ordenes son claras, la calle debe estar vacia y sin público.

- Son dos, no creo que se enteren muy bien de lo que pasa, están entretenidos, déjalos estar.

- NO. Ahora mismo mando a alguien para que los saque de alli, no se puede pasar por alto nada.

- ¿Quien manda aqui? (El volumen de su voz casi rasga el silencio de la noche) He dicho que no son ninguna amenaza, los conozco, no los molesteis. Esta es la última vez que lo digo ¿ok?.

- Está bien lo que usted diga.

- Ah una cosa, (el hombre apunta a la cabeza del subordinado) tu no has visto nada entendido, nada.
No hubo más palabras entre ellos dos. Todo sucedió sin problema. Al irse en el transporte él aun pudo divisar a la pareja debajo de la farola. Levantó la mano para decir adiós detrás de los cristales tintados. Se prometió a si mismo que aquello que había visto nunca había pasado.



1 comentario:

Unknown dijo...

Alguien una vez me contó algo parecido, quizás realidad, quizás ficción, quien sabe. Yo me lo creí.

El caso es que, cuando se ve a lo lejos a una pareja "extrañamente conocida", no se debe molestar y, sobre todo, se debe borrar de la memoria lo ocurrido, si es posible. Aunque a veces no lo sea.